En lo estático no existe creatividad ni experimentación. Es en el caos
donde infinitud de posibilidades aparecen cada instante. En cada respiro nace
una explosión de momentos creativos y de invención ilimitados.
Acompañar niñ@s en su desarrollo autónomo y
respetuoso implica una gran tolerancia al caos. No me refiero a habitaciones
perpetuamente desordenadas, a cubos de la basura sin vaciar, a espacios
repletos de materiales acumulados sin usar, etc., sino el caos creativo, al que la Teoría del Caos se refiere. Por ser un
estudio complejo - y considerando que aquí no pretendo hacer un ensayo
científico sobre la complejidad de este fenómeno - me limitaré a extrapolar
algunos de estos conceptos al ámbito de la psicología infantil.
Aprender a vivir en el caos no
significa aprender a controlarlo, ni a predecirlo. Al contrario somos parte del
caos, no nos podemos considerar como elementos aparte.
El caos creativo es el que surge
en ese instante donde las personas adultas nos olvidamos, por un instante, de
mantener perpetuamente ordenados los espacios y recogidos los materiales.
Abrirnos a observar y acompañar la exploración natural de l@s niñ@s en edades
tempranas, implica poder abrirnos a esa exploración fruto de la libertad de
movimiento, del no interrumpir un continuum exploratorio con consignas de
recoger y ordenar que modifiquen su comportamiento. Es básico para la conexión
con la parte más primigenia y natural de es@s niñ@s que dispongan de espacios
de libertad sostenida, es decir, espacios seguros y respetados donde, bajo la
mirada atenta y amorosa de una persona adulta que les aporta sostén emocional y
físico, ell@s puedan explotar su potencial en base a la interrelación de
materiales, a la vinculación de conceptos más o menos lejanos en el tiempo, a
la experiencia del silencio y del vacío en su dinámica creativa, a la
observación de iguales que experimentan y crean dinámicas a las que pueden
adherirse o modificarlas extremando peculiaridades que les llaman la atención o
les reportan nuevos escenarios, etc. Es decir, a través del caos creativo, descubrirse a si mism@s.
Cuando se les permite momentos de caos sostenido, desarrollan y expanden su niñ@ natural[1],
logran sentirse respetados a nivel interno y no acumulan tensiones, carencias,
ni malestares que se almacenan en la psique y pueden explotar en estadios
posteriores de su maduración y desarrollo.
¿Qué clase de niñ@s visualizamos
para nuestro devenir? ¿Niñ@s poco creativos y con sus emociones auténticas
castradas por la moral adulta? ¿Niñ@s que no toleran el caos, el desorden
puntual, la libertad de mezclar conceptos, ideas, materiales?
Para responder a estas cuestiones, previamente debemos plantearnos otras: ¿qué
clase de adult@s somos nosotr@s mism@s?, ¿qué actitud adoptamos cuando
acompañamos su creatividad?, ¿qué facetas de nuestra experimentación no fueron
respetadas durante nuestro proceso de desarrollo?, ¿esta carencia sigue latente
en nosotr@s?. Multitud de veces la forma como las personas adultas fuimos
acompañadas en nuestro proceso de experimentación en referencia al caos, poco
se parece a la manera como nos gustaría acompañar a nuestr@s hij@s. ¿Cómo nos
damos cuenta de ello? Mayoritariamente estas diferencias se manifiestan como
una dificultad –y a veces incapacidad- de acompañar serena y tranquilamente las
conductas de nuestr@s hij@s que no nos respetaron a nosotr@s mism@s. Por
ejemplo: si te obligaron a comer cuando eras pequeñ@ puede que ahora te cueste
confiar que tu hij@ deja comida en el plato, o con un mordisco de banana ya
salta de la silla y vuelve a jugar. Si lo que te pasó es que no dejaron que te
ensuciaras cuando jugabas, puede que te cueste sostener el desorden y las
manchas de un grupo de niñ@s jugando con arena y agua, indiferentes a los
trozos de barro que caen sobre sus vestimentas, su pelo y su piel. Seguro que
se te ocurren muchos más ejemplos sobre esas señales que l@s más pequeñ@s nos
regalan, esos aspectos de nuestras Vidas a revisar; y es importante que lo
hagamos con el mismo amor y la misma mirada con la que les observamos a ell@s;
que estemos acompañad@s y sostenid@s por quienes merecen nuestra confianza; y que
comprendamos que cuando éramos niñ@s no pudimos elegir lo que vivimos, pero
ahora si podemos transformarlo.
Bien sabido es ya que para poder acompañar los procesos de Vida de nuestr@s
niñ@s debemos familiarizarnos con conceptos como el azar, la flexibilidad y la
no predictibilidad. Lo dicho: el trabajo de acompañar desde el respeto y con
una mirada limpia de juicios empieza por nosotr@s mismas, por permitirnos
entrar en este espacio de malestar delante del caos y preguntarnos qué
situación no se nos permitió vivir; qué parte de nuestr@ niñ@ natural no fue
amorosamente acogido y sostenido cuando lo necesitábamos; que aspectos de
nuestra experimentación fueron castrados por adult@s que no podían sostener el
inmenso potencial creativo del caos; porqué el caos no es controlable, es
infinito, es oceánico. Y asusta.
Abrirse a escuchar es@ niñ@ que fuimos, abrazarlo desde nuestro estado
adulto actual y mecerlo en el silencio de nuestro corazón, tal vez ayude a
poder mirar a nuestr@s niñ@s con los ojos de alguien que abraza la libertad y
conoce la potencialidad del caos.
Buen Camino.
Elisenda Pascual i Martí
psicòloga i fundadora d'Acompanyament Familiar
[1] Este estado
psicológico de niñ@ natural se
caracteriza por la espontaneidad y por las emociones puras, sin adornos morales
aprendidos o censuras adquiridas. Es específico de los primeros años de Vida, y
su falta de expresión comporta un desarrollo carente de ilusión y flexibilidad,
con pocas emociones auténticas y con una predisposición a los mandatos morales
provenientes del entorno cercano (familia y sociedad). Una persona que crece
sin este estado debidamente explorado e integrado, puede devenir en una
personalidad obsesiva y con dificultad para tolerar los cambios e imprevistos
de la Vida.