La Vida nace en el seno de un límite, sin el cual no se darían las
condiciones necesarias para que el milagro de la Creación tuviera lugar: el
saco amniótico. Esta membrana que contiene el feto y se forma entre el 8º y 9º
día de gestación posibilita –si no existen alteraciones que lo obstaculicen-
que existamos y que nos desarrollemos plenamente hasta el día de nuestro
nacimiento. Podemos decir pues, que sin la presencia de este límite físico la
vida no tendría lugar. Ahora bien, llega un momento en que este límite nos
impide seguir nuestro proceso de evolución natural; nos sentimos constreñidas y
con necesidad de más espacio, y es entonces cuando decidimos romperlo,
transgredirlo, para poder ir más allá de esta barrera natural y aventurarnos en
lo desconocido. Rompemos el saco amniótico y nos disponemos a nacer, a travesar
el canal de parto con la convicción instintiva que al otro lado nos esperan
unas manos firmes y seguras que nos van a sostener y dar un cojín emocional en
la culminación de nuestro tránsito.
La importancia de esta primera toma de contacto con los límites es crucial
para el desarrollo de ese bebé que nace al mundo. La conciencia de los
nacimientos respetados posibilita que entremos en este mundo con un contacto
sano con los límites y con nuestra capacidad para sostenerlos y transgredirlos.
En su proceso de desarrollo estxs niñxs van a tener que lidiar constantemente
con situaciones que ponen a prueba esta interrelación con su entorno. Estas
barreras -tanto físicas como emocionales- que lxs envuelven es importante que
sirvan al fin de sostener y contener su proceso madurativo desde el amor y el
respeto. Siguiendo con el proceso de nacimiento, ¿cómo se sentiría un bebé que
no es acogido con amor por unas manos deseosas de su contacto después de todo
el esfuerzo de cruzar el canal vaginal? Nacer, como morir, son dos actos de
entrega absoluta y de confianza con la Vida: el primero porqué la consigue, y
el segundo porqué la honra y la despide. En ambas situaciones hay un Sí, un acto
sublime de tomar el goce de sentirse embriagadx por la existencia. Cuando este
bebé se rinde al devenir y rompe con el límite que lo contenía, confía en que
otro va a sostenerlo y contenerlo.
¿Cómo puedo transmitir esta sensación de seguridad a mi hijx? ¿Cuándo se
que es el momento de poner un límite? ¿Cómo puedo hacerlo para no sentir que
estoy constantemente interrumpiendo sus deseos y creatividad?
Hay varias cosas a tener en cuenta en el proceso de poner límites a lxs
niñxs. A continuación expondré las principales consignas para que el proceso
sea enriquecedor y constructivo para todas las partes:
·
Amor. Cuando un niñx está conectadx con su deseo, está en el “aquí y ahora”,
sobre todo en etapas iniciales del desarrollo cuando la percepción del tiempo es
infinita, es decir, están en el estado de presente perpetuo. ¿Cómo podemos, en
este estado tan auténtico, pone límites sin miedo a castrar su espontaneidad?
Desde mi experiencia, lo que posibilita limitar desde el amor es la aceptación
de ese deseo genuino que nace en el niñx. El poder acoger su necesidad como
algo necesario, sano, sincero y deseado sin culpabilizar, sin juzgar y sin
transmitir que eso no es bueno. Cuando nos abrimos a observar esa parte tan
primigenia de esx niñx y aceptarle con la mirada, les estamos transmitiendo que
no hay ningún problema en él/ella, que reconocemos ese deseo que está
expresando, a la vez que, como adultxs, limitamos el lugar o manera de
expresarlo en pro del bienestar y la seguridad tanto de él/ella, de su entorno y
de los materiales u objetos que usa. Por ejemplo: si tu hijx sucumbe a un
estado de enfado y se pone a gritarte, en lugar de fruncir el ceño y mandarlx
callar, podemos bajar a su altura y mirándolx a los ojos decirle “veo que estás
enfadadx y que tienes ganas de gritar” - y después de una pausa de reconocimiento
sincero de su emoción- “a mi no me gusta que me grites. Si quieres gritar,
podemos salir al jardín/balcón/otra habitación/etc.” Es posible que esx niñx
siga gritando, porque su deseo es tan fuerte y vive tanto en el presente que le
cuesta procesar el límite (sobre todo las primeras veces que se pone de esta
manera). La perseverancia y la paciencia son dos aliadas imprescindibles en
todo proceso de poner límites desde el amor. Ayuda mucho la técnica del “disco rayado”:
ir repitiendo el límite con la máxima neutralidad posible hasta que integre
éste y la alternativa que le damos.
·
Respeto. Para introducir este punto cabe antes introducir un concepto básico para
poder limitar a nuestrxs hijxs con respeto: la sinceridad con nosotrxs mismxs
como personas adultas. Sólo si somos capaces de girar la mirada hacia nuestro
interior y preguntarnos de dónde sale la necesidad de poner el límite (sea cuál
sea), podremos entonces pasar a formularnos la siguiente pregunta: ¿va a ayudar
al desarrollo y seguridad de mi hijx este límite? ¿o lo estoy poniendo desde
mis miedos o mi desconfianza en su proceso? ¿estoy limitando la expresión de un
deseo por miedo a no poder sostener las consecuencias que se derivarán del
mismo? ¿estoy actuando desde mi comodidad adulta? Estas y más preguntas son las
que nos hacemos cuando conectamos con el respeto hacia ellxs. No hay respuestas
acertadas y respuestas erróneas. No hay una receta exacta a la que seguir para
poder ser una buena madre y un buen padre. La clave es esta auto-sinceridad y
la flexibilidad de permitirnos actuar desde donde nosotrxs sintamos más poder:
habrá días en los que estoy cansada/movida/triste y no puedo sostener ciertas
expresiones de mi hijx. Aceptar estos momentos es también enseñarles a nuestrxs
hijxs que las personas pasamos por estados diversos en nuestro vivir. Reconocer
nuestro momento y hacerlo propio ayuda a poder poner el límite desde nosotrxs
mismas diciendo “hoy estoy cansada/triste/etc, y no puedo sostener esto que
está pasando. Para poder cuidarte y cuidarme como me gusta, te pongo este
límite para no acabar desbordada y que las consecuencias sean nefastas para
todxs”. Aunque aquí lo exprese con un lenguaje adulto, podemos encontrar la
manera de transmitirlo de la forma más comprensible posible para nuestx hijx,
una vez hayamos podido decirnos esto a nosotrxs mismas, a nuestx niñx internx,
y estemos en paz para poder limitar a nuestrx hijx sin cargarle con lo que es
nuestro.
Imatge: el blog de marci
(marzanmarci.blogspot.com)
Poder pararnos un momento y mirar hacia el
interior de nuestro Ser puede abrir puertas a patrones inconscientes que
modelan nuestra actitud: quehaceres heredados de nuestro sistema familiar, de
nuestra cultura, sustentados por la moral que nos ha sido administrada en
pequeñas o grandes dosis a lo largo de nuestro propio desarrollo, etc. Abrirse
a mirar dentro de unx mismx es abrirse a ver lo que nuestra caja de Pandora
guarda; es abrirse a encontrar una nueva manera de actuar, incluso de sentir y
de pensar.
·
Cada “no”, necesita un “si”. Cuando delante de una acción de nuestrxs hijxs
ponemos un límite para segurizar una persona, un espacio o a ellxs mismxs, es
básico que para no cortar esa energía que se estaba movilizando, demos una
opción más respetuosa para canalizarla. Si en vuestro hogar no es permitido
pintar las paredes del salón, pero veis que vuestrx hijx muestra un ferviente
deseo de hacerlo, es adecuado poner el límite de “no”, aunque esa energía
creativa y expresiva que se manifestaba, necesitará ser reconducida hacia otro
lugar: por ejemplo, poniendo un papel en la pared donde poder dibujar, o tener
una pared pintada con pintura de pizarra donde se pueda dibujar con tizas de
colores. Algunxs adultxs piensan que esto sería confundir a lxs niñxs
mostrándoles trozos de pared donde si pueden pintar y otros no. Mi experiencia
muestra que esos seres a quienes llamamos niñxs, son perfectamente capaces de
entender los límites siempre que estos, como ya explicamos, vengan de unx
adultx amorosx y respetuosx. Así tampoco cerramos ese destello de creatividad
que surge y damos espacio para que lo expanda y experimente con él. Acogiendo
su necesidad le damos a entender que no hay nada de malo en ella, simplemente
hay sitios más adecuados o permitidos que otros para llevarla a cabo.
·
3 premisas a
tener en cuenta: no dañarse a sí mismxs,
no dañar a otra persona y no dañar su entorno. Para poner límites claros y
concisos, es importante tener claro qué cosas están permitidas y que cosas no
lo están; o cómo vamos a derivar los deseos/conductas/expresiones/etc. que
limitamos para que ese deseo no se quede retenido y sin expresarse, pero que
salga de la manera sana para todo el mundo. Es como una hoja de ruta que nos va
a facilitar el poner límites en los momentos de más cansancio o carga
emocional. Si vives en pareja, comunidad o compartes espacios con más personas,
te sugiero que organices una pequeña reunión para debatir los límites de estos
sitios comunes. Si tus hijxs están en un estado de desarrollo adecuado, puedes
integrarlos en la toma de decisiones, teniendo muy claro cuáles son las líneas
rojas, es decir, qué temas están abiertos a decisiones infantiles/adolescentes,
y a partir de qué punto las decisiones
son exclusivamente adultas. Esto ayuda a poner orden dentro del sistema en el
que vivas, a la vez que integra a todos los miembros a ser partícipes de los
límites que van a regir su espacio. Lxs niñxs a partir de 4 años empiezan a
entender qué implicaciones tiene la transacción que se da en el establecimiento
de pactos. La edad, como siempre, es aproximada, y depende del estado de
desarrollo de esx niñx, de las dinámicas familiares que ha vivido, de la manera
en que ha sido acompañado con los límites, etc. En mi experiencia y como
anuncia el encabezado de este apartado, hay tres pilares básicos sobre los
cuales desarrollo todo el resto de límites: respeto hacia unx mismx, respeto
hacia los demás, y respeto hacia mi entorno. Te invito a que encuentres tu
propio listado, teniendo en cuenta que una cierta dosis de flexibilidad es
necesaria para adaptar todos estos límites al día a día, a los cambios
constantes y a la cotidianeidad
fluctuante.
Ajustarse a la dinámica de poner límites desde el Amor y el Respeto es un
proceso que requiere de auto observación, auto empatía, auto cuido, etc., es
decir, de una mirada bien profunda y sincera hacia nuestro interior. En la
base de nuestro juicio y acompañamiento hacia nuestrxs hijxs es donde yace nuestrx
niñx internx; la única manera de conectar con ellxs desde el amor y el respeto es respetándolx, mimándolx y
acunándolx, dándole su lugar y reconociendo sus heridas.
Es un viaje intenso y maravilloso, una senda que nos acerca -a cada paso
que damos- a ese punto blando de encuentro entre adultxs y niñxs, ese sitio
donde la transacción y la interacción nutren y fortalecen nuestros vínculos y
nuestras propias individualidades.
Contáctanos para más información:
elisenda@acompanyamentfamiliar.com
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